

ESTE ES UN
NUEVO DIA
PARA COMENZAR DE NUEVO


BEFORE SUNRISE
ANTES DEL AMANECER
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Les pasa que a veces les duele algo y dicen, "Aayy, mañana voy al medico. Hoy tengo mucho que hacer". O quizás, ¿esa pequeña molestia que sienten, la hacen a un lado porque hoy hay cien mil otras cosas que terminar?
Pues ese era yo.
Pero la tarde del 10 de Abril del 2018 el dolor me pudo más. Porque aquel fuerte dolor de estómago ya me estaba molestando lo suficiente para hacer algo.
Serà algo de rutina dije yo. Voy al trabajo en la mañana y por la tarde me hago mis exámenes para ver al medico.
Listo y tranquilo, ya con el plan trazado (jamas me imagine el giro que tendrían mis planes después de ese dia).
Llegó la tarde, me fui de la oficina y después de ser atendido por una amable doctora que me dijo: “Muchacho, ese dolor no es normal, debe hacerse un ultrasonido de emergencia”.
Bien portadito me fui hacer el examen de emergencia. Al entregarme los resultados, ya por fin con una dona en la mano y un juguito de naranja (porque debía de andar en ayuno para los exámenes) me sentè frente al doctor. Y como que fuera un poema leí su rostro que mostraba una dramática tragedia.
Al ver los examenes solo dijo: “Disculpe, necesito ver estos exámenes con otro colega”. “Tranquilo doctor, no se preocupe”, le respondí. Pasados 25 minutos, yo un poco más feliz por la dona y el jugo, el doctor me mirò a los ojos y con voz firme me dijo: “aquí vamos hablar lo que es, sin rodeos. Esto puede ser cancer. Y usted debe ver inmediatamente a otro doctor. Inmediatamente lo voy a remitir”.
En ese momento no procese lo que se me había dicho. Y ahí me encontraba yo. Sentado. Completamente solo en ese consultorio. Con mi cabeza fria pero procesando la posibilidad. Mi primera reacciòn fue: “como ese señor me dice eso, solamente con un ultrasonido”. Indignado, escuche con atenciòn a la otra doctora para una vez al salir, llamar a mi hermano Miguel.
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Ya en el carro, y sin poder sacar una simple palabra de mi ser, con el teléfono en el oído y con lágrimas rodando por mis mejillas, sollozando como cuando era niño, escuché su voz firme del otro lado que decía, “dejate de pajas, agarra huevos y decime que te pasa”.
Entre sollozos, logré sacar de mi sistema lo que esa amarga tarde me habìa deparado. Pero fue ahí también la primera vez cuando sentí el amor verdadero de esas personas que están ahí para uno, al escuchar: “No te preocupes, vamos hacer lo que tengas que hacer, yo estoy aquí”.
Y como por arte de magia todas las nebulosas que en mi cabeza rondaban se esfumaron.
Partiendo de ese punto en adelante ese amor verdadero que sentì ese dìa, se repetiría una y otra vez: con mis papàs, hermanos, amigos y novia. Después de ese día, al sentir en cada parte de mi humanidad esa incondicionalidad y amor fraternal, las lágrimas que saldrían de mis ojos estaban llenas de felicidad; una sensación que simplemente nunca había experimentado. Y es ahí donde comienza un nuevo día...









