

CHAPTER 1
CAPÍTULO 1
Después de visitar varios médicos en el transcurso de la semana, llegamos con el doctor que lideraría esta batalla. Con una serenidad inexplicable de mi parte, recibe la confirmación del prognosis inicial. Tenía un Carcinoma Hepatocelular, que traducido en palabras normales es un tumor gigante en el hígado con células cancerígenas. ¿Que tan gigante se han de preguntar? Pues dicen que cubre el 95% de mi hígado, categorizado etapa 1 (ni me pueden operar, ni hacer transplante).
Definitivamente mi vida, y no solo la mía, estaba a punto de cambiar (pero de eso hablaremos más adelante). Con la promesa de que si sigo las indicaciones quizás pueda llegar a tener una vida normal. El tratamiento consiste en lo siguiente: quimioterapia en pastillas por tiempo indefinido (suena a mucho tiempo, no?) nuestro objetivo debía ser lograr que el tumor no se hiciera más grande y prevenir que se esparciera.
Es aquí cuando el dinero entra en juego. Mensualmente el tratamiento apunta a un costo de aproximadamente 80 a 100,000.00 Lempiras (aproximadamente $5,300 de los verdes). Sumando a unos $63,000 anuales (sólo en medicamentos, sin contar la atención médica, exámenes, etc) y para que lo tengan en cuenta, el salario mínimo en mi país es de aproximadamente 7,500.00 Lempiras (que vendrían siendo 326 de los verdes). Claro estaba que esta suma era algo inalcanzable para nosotros.
Aunque el pronóstico no era bueno, las voces en mi cabeza resonaban diciéndome, “no te preocupes, nosotros los que te amamos no estamos comiendo tortilla con sal” “nosotros daríamos la vida por vos de ser necesario”.
Tanto me estremecen esas y otras palabras de aliento, que al día de hoy solo provocan un profundo sentimiento de felicidad en mi ser, y es inevitable que las lágrimas rueden por mis mejillas.
Lo abrumador del alivio, es que el sistema de salud público en mi país, es tan estable como un barco en una tormenta. Por eso, a pesar de que el tratamiento es gratis en Honduras, no podemos asegurar que este siempre abastecido. Debido a los los populares millonarios actos de corrupción que dejan nuestras instituciones hasta sin los más básicos medicamentos.
Con un tratamiento largo, costoso e inestable, nos encontrábamos en una encrucijada. Sumado a todo esto, el resto de nuestra familia se encontraba en otro país.
Fue ahí donde decidimos venir a los Estados Unidos, a la ciudad de Houston, Texas donde se encuentran los mejores centros oncológicos para tratarme de la mejor manera.
Es así, como hoy, les invito a comenzar junto a mi familia y mis seres más queridos este nuevo día. Pues como dicen las palabras inmortales de mi fiel amigo Facundo Cabral:
“Esta es la canción que canto cada mañana al despertar,
Para agradecerle al Cielo,
La gentileza de un nuevo día,
Es decir de una nueva oportunidad.
Porque siempre se puede empezar de nuevo,
En una eternidad siempre se puede empezar de nuevo,
Y esto es tan cierto como que el paraíso no está perdido sino olvidado.”
Gracias por leerme y entrar en la intimidad de los más profundo de mi persona. Recuerden “en una eternidad siempre se puede comenzar de nuevo” - El Indio Gasparino-
Que la fuerza les acompañe, Ema fuera.




